lunes, 8 de febrero de 2016

TIME´S UP: COMO UN "PARTY GAME", SÓLO QUE MÁS DIVERTIDO

TIME´S UP: como un "party game", sólo que más divertido.
(Reseña de Mike Hulsebus para Ann Arbor News, 2010.)

No sé si sabrás que los "party games" han vuelto, pero esta vez con la palabra "hilarante" escrita en ellos. Y si dicha afirmación te parece poco adecuada, piensa que otros prometen ser lo suficientemente "escandalosos" como "dar grandes risotadas y celebrarlo durante al menos cinco años". Entiendo que es culpa de los textos promocionales, que a veces hacen que "algo divertido" pueda convertirse en "salvaje y loco", pero agradecería que por lo menos el que lo escriba fuese un poco más honesto. Así que vamos a saltarnos todo el tema de la comercialización banal y comprobemos si Time´s Up merece nuestro tiempo.

En Time's Up los jugadores se dividen en varios equipos de dos (aunque también hay reglas para 5 y 7 jugadores si vuestro número no es par) y se les reparte un mazo de 40 cartas con personajes famosos entresacadas del gran montón proporcionado en el juego. Luego hablaré más sobre dicho reparto, pero lo más importante que hay que entender es que las mismas 40 cartas se utilizan a lo largo de todo el juego. Los turnos van pasando de un equipo a otro alrededor de la mesa, y cada uno de ellos intentará conseguir que su asociado adivine tantas cartas como le resulte posible en 30 segundos.

El juego se divide en tres turnos. El primero es bastante sencillo: puedes decirle casi cualquier cosa a tu compañero para intentar que adivine qué famosos aparecen en tus cartas. Después de que todos los equipos lo hayan hecho, sumarán puntuaciones y luego barajarán todas las cartas de nuevo para utilizarlas durante las siguientes rondas.

El segundo y el tercer turno son el juego propiamente dicho. Durante el segundo se usarán las mismas cartas y los jugadores solo podrán decir una palabra para describir cada tarjeta. Por lo que cuando en el primer turno podías decir "un antiguo presidente con la misma agenda política y económica del que le precedía", haciendo que el compañero pensara, por ejemplo, en Ronald Reagan, en el segundo turno puede que digas “economía” y que esperes que tu compañero recuerde que Reagan había aparecido antes entre las cartas. A los jugadores también se les permite actuar y hacer ruidos durante este turno. Luego, en la tercera ronda, los jugadores ya no podrán decir palabra alguna. Así que durante el turno el jugador puede que hinche la papada para de esa forma intentar hacer recordar físicamente a la persona que intenta describir, asumiendo que es la única celebridad con papada de la baraja.

El juego es muy divertido, y a pesar de lo que pueda parecer no es necesario conocer a las celebridades o personajes históricos para jugarlo y pasarlo bien. Una de las cosas más inteligentes que han hecho los creadores es permitir que cada jugador pueda ver una pequeña parte de la baraja antes de jugar la partida, lo que le permitirá al jugador desechar dos cartas con personalidades que él o ella no conoce o que crea que otras personas no conocerán. Y a pesar de que seguirá habiendo gente desconocida en la baraja (lo siento Brian De Palma, no tenía ni idea de quién eras), las personas desconocidas incluso ayudarán a hacer que el juego sea interesante. Entre turnos, los jugadores podrán consultar el glosario del libro de reglas para ver quién es cada uno de los personajes que aparecen en los mazos.

Las diferentes rondas le ofertan al juego una buena variedad. Cada una de ellas tiene su propia ambientación y hace que las jugadas no parezcan similares.

Diría que el principal problema que tiene el juego (y cualquier juego de mesa de este tipo) es que a pesar de las diversas rondas, algunas personas tienden a ser mejores jugando que otras. Creo que no es necesario ganar para divertirse, pero aún así, algunas personas serán mejores jugando ciertas partes del juego y puede que quieras romper los equipos para disminuir la ventaja que puedan tener dichas parejas.

Cojamos, por ejemplo, a mi esposa Karen (a quien, por cierto, le encanta este juego). Estábamos jugando una partida en la que Karen me describió a alguien en plan, "No estoy seguro de quien es," dijo, "pero creo que es el compañero de Don Quijote". Por error describió a Sancho Panza a pesar de que en su carta ponía "Pancho Villa", el general revolucionario mexicano. Aún así, mentalmente cometí el mismo error y adiviné Pancho Villa y nos dieron el punto a pesar de que hasta más tarde no nos dimos cuenta de lo equivocados que estábamos ambos. Algo similar sucedió con Jonathan Swift y Tom Swift.

Sí, hay un montón de gente a la que es casi imposible de representar (estoy mirándote a ti, Margaret Thatcher), pero ese reto es el que hace que el juego sea divertido en lugar de frustrante. Te quedarás completamente confundido mientras tu amigo está moviendo la cabeza como si estuviese a punto de estallar, pero luego te darás cuenta de que estaba imitando el orificio de salida de la ballena de Herman Melville y te mondarás de risa.

Cualquier jugador debe tener un par de juegos en su colección accesibles y que den cabida a un gran número de personas, y también que sean fáciles de enseñar (a menos que para tus amigos la idea de un juego de mesa sea Battlestar Galactica, en cuyo caso, ¿por qué no me mandáis una invitación?). Si estás buscando un juego más discreto, te recomiendo mi juego de mesa favorito, Wits and Wagers [Gambit 7], pero si algunas personas están dispuestas a jugar a un juego en el que tienes que obviar el sentido del ridículo, Time´s Up es el mejor party game al que he jugado en mucho tiempo. No sé si lo llamaría "salvaje y loco", pero seguro que pasarás un rato excelente.

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Mike Hulsebus está convencido de que "pero ¡cuidado!" es la frase más común que aparece en la parte posterior de las cajas de juegos de mesa, de la misma manera que "irreverente" ha sido usada en exceso en las reseñas de comedias.

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